Las distintas técnicas de lipoaspiración se utilizan para extraer depósitos de grasa (lipodistrofia) no deseados de las áreas superficiales del cuerpo, como la cara, el abdomen, los glúteos, las caderas, los muslos, las rodillas, las piernas; brazos y mamas. Estas acumulaciones de grasa están determinadas genéticamente por lo que suelen ser resistentes a los tratamientos, dietas y gimnasia.

Los métodos como radiofrecuencia, ultracavitación, ultrasonido, etc. mejoran el contorno corporal pero el resultado ni se asemeja al obtenido mediante la lipoaspiración.

Las cicatrices son imperceptibles (3-4 mm) y en general quedan escondidas en zonas de pliegues.

El refinamiento técnico ha llevado en los últimos años a concebir la lipoaspiración como lipoescultura, lo cual define, de alguna manera, las características de la técnica. Es comparable a la del escultor, que modela tridimensionalmente los volúmenes que, para aumentar la dificultad, no ve, ya que están cubiertas por la piel.

La lipoescultura no es la solución en caso de que exista flaccidez o exceso de piel, en cuyo caso será necesario realizar otro tipo de intervención ( Dermolipectomia) La lipoescultura tampoco elimina la tendencia a engordar, por lo que es necesario mantener los cuidados en la alimentación. La grasa lipoaspirada desaparece para siempre, pero eso no evita que la grasa que queda pueda aumentar su tamaño si no se mantiene una dieta equilibrada.

Habitualmente se usa una prenda elástica o faja por tres semanas sobre el área tratada para controlar la inflamación y para que la piel se adapte a su nuevo contorno.

Si el paciente se siente en condiciones puede retomar plena actividad a las 72 hs.

El dolor es perfectamente controlado con medicación analgésica habitual.